lunes, agosto 11

¡Cuídate de las concesiones!

“El veneno siempre está en la cola”
Umberto Eco

Hongrui Zhang

“No voy a negar que sea inteligente y educado, pero su falta de compromiso hace imposible su contratación”. “Es verdad que el gobierno actual ha mejorado mucho en comparación al primero, pero tampoco se puede negar que carece de capacidad de gestión”. “Claro que estoy de acuerdo contigo en estos temas, pero no olvides que lo central es...”. ¿Qué tienen en común estas frases? Al parecer, nada, pero el lector avispado se habrá dado cuenta de que hay un patrón común. Y es que todas empiezan con una afirmación que refleja una posición inicial, pero que en la segunda afirmación concluye con una posición totalmente contraria. ¿Qué tiene de extraordinario esto? Aparentemente nada, pero para los que quieren saber un poco de retórica esto se conoce con el nombre de Concesión, es decir, el arte de fingir que está sustentando brevemente una opinión contraria a la que quiere defender para hacerla más creíble.

Esta figura retórica no solo es común entre los académicos, sino también en el día a día de todos nosotros. Cuando alguien quiere convencerte de algo, usualmente te da la razón en muchos temas, pero al final impone una postura totalmente contraria a lo defendido inicialmente. Por ejemplo, cuando tu amigo quiere convencerte a que vaya un destino turístico en lugar de otro. Supongamos que Cuzco es el destino preferido por tu amigo, pero tú inicialmente has pensado ir a Máncora. Frases como estas son muy comunes: “Está bien que en Máncora vas a poder disfrutar de playa y sol, pero en Cuzco vas a ver algo impresionante. ¡Vas a poder ir a Machu Picchu!. Mira que ha sido elegido como una de las siete maravillas del mundo”. Obviamente esta figura retórica puede combinarse con otras, aunque muchas veces se contradigan, y vaya que sí. Continuando con el ejemplo anterior, tu amigo puede empezar resaltando las características negativas de Máncora, pero cuando se da cuenta que tu defensa es férrea y prácticamente impenetrable, puede optar por una concesión (o al revés). Te da la razón, pero insiste que la mejor opción es Cuzco. Si sucede eso, su postura inicial (con respecto a Máncora) contradice con su postura final. Entonces, queda claro que tu amigo solo quiere convencerte, más no necesariamente está de acuerdo con lo que defiendes. En ese sentido es importante identificar las concesiones y no dejarse persuadir por argumentos concesivos. He puesto un ejemplo pintoresco, pero las concesiones se presentan de forma más sutiles, y generalmente no las distinguimos, especialmente aquellas bien camufladas. Pues, como se habrán dado cuenta, la concesión puede estar al comienzo o al final de los argumentos. Sin embargo, generalmente, la miel está al comienzo y el “veneno” al final (como los ejemplos anteriores), ya que después de todo, un buen vendedor es aquel que primero hipnotiza a su cliente para luego venderle el producto. ¡A cuidarse de las concesiones!